Las hijas de mujeres que trabajan tienden a completar más años de educación y son más propensas a asumir roles de liderazgo en sus carreras. Un estudio de Harvard Business School encontró que las hijas de mujeres empleadas tienen un 23% más de probabilidades de ocupar puestos de supervisión o dirección comparadas con sus pares cuyas madres no trabajaron.

Además, estas mismas hijas tienen una probabilidad significativamente mayor de obtener salarios más altos. Según investigaciones, las hijas de madres trabajadoras ganan un promedio de 23% más que las hijas de madres que no están empleadas.

Los estudios también muestran que los niños con madres trabajadoras tienden a exhibir un mayor rendimiento académico y tienen una menor incidencia de problemas emocionales. Una investigación publicada por la American Psychological Association indica que los niños de madres trabajadoras desarrollan mayores niveles de independencia y competencia social.

Al ver a sus madres manejar tanto carreras como responsabilidades familiares, los niños aprenden valiosas lecciones sobre equidad de género, gestión del tiempo y la importancia del trabajo en equipo dentro de la familia. Esto no solo fomenta un respeto más profundo hacia las contribuciones de las mujeres, sino que también promueve una visión más equitativa de las responsabilidades domésticas.